Yoko Tawada duerme nueve horas diariamente para reponerse de sus primeras impresiones de Alemania. Dany Laferrière se deleita en el exótico mundo creole antes de tener que abandonarlo. Theodor Kallifatides regresa a Grecia e intenta escribir un libro en su lengua materna. Jhumpa Lahiri renuncia al inglés y comienza a escribir en italiano. Eva Hoffman espera el tren que la llevará a su nuevo hogar canadiense. Mercedes Roffé observa los cambios lingüísticos que el desplazamiento provoca. Cristina Rivera Garza tiene su primer sueño en una lengua extranjera. François Cheng explora las similitudes poéticas entre el chino y el francés. Irma Pineda se enfrenta a la falta de traductores literarios del zapoteco. Edgardo Cozarinsky tiene que dejar la Argentina para comenzar a escribir. Aharon Appelfeld hojea un viejo diario olvidado. Eugène Ionesco imagina su obra más conocida con personajes de un manual de inglés. Sylvia Molloy escucha el teléfono y no sabe en qué lengua atender. Julien Green se traduce a sí mismo y descubre que está escribiendo un libro distinto.
Catorce autores que han intercambiado vidas, pensamientos y escrituras entre países se suman a una introspección colectiva sobre las relaciones entre lugar interior y lugar exterior, entre lengua y lenguaje, entre lengua materna y lengua destino. En esos traslados —intelectuales, estéticos, políticos— encontramos profundos rasgos de posibilidad y anhelo, pero también de búsqueda y duda, inseparables de cualquier lenguaje: los rasgos mismos de los que está hecha la literatura.